La Employer Branding ganó especial visibilidad en los últimos años, impulsada principalmente por la guerra por el talento que conlleva la transformación digital de las organizaciones. A pesar de saber de qué se trata, no todas las empresas se focalizan en el impacto de la marca empleadora en el negocio.
Cuidar la reputación externa potencia el proceso de reclutamiento de las compañías, propiciando que profesionales de alto nivel de expertise y valor en el mercado laboral quieran presentar sus candidaturas. Por lo tanto, trabajar este concepto de forma adecuada es una estrategia para aumentar la competitividad.
La marca empleadora, también conocida como Employer Branding es el conjunto de acciones que llevan adelante las empresas para mejorar su imagen, tanto externa como interna, con el objetivo de incrementar su capacidad de atraer y retener talentos.
Dado que el concepto hace referencia a la reputación que tiene una determinada organización como empleadora, a menudo se asocia con el auge de las redes sociales. ¿Por qué sucede esto? Porque esos son los canales de comunicación a través de los cuales las personas dan a conocer sus opiniones sobre las compañías en las que trabajan.
Sin embargo, el impacto de la marca empleadora en el negocio va mucho más allá de una mera acción de marketing o promoción. Crear una estrategia adecuada que fortalezca la Employer Branding impacta positivamente en la reputación y en la rentabilidad de las organizaciones.
Es necesario entender que la marca empleadora no depende solamente de la gestión de los colaboradores actuales, sino que también incluye a los extrabajadores y a los aspirantes rechazados en los procesos de reclutamiento. Un adecuado manejo debe incluir a todos ellos, porque solo así se podrá crear una matriz de opinión positiva, colectiva y sólida que llame la atención de los candidatos y los anime a postularse.
Asimismo, no se trata de salir en las primeras posiciones de un ranking de empresas mejor calificadas ni de convertirse en la compañía ideal en la cual “todos quieren trabajar”. Un correcto planteamiento de la marca empleadora reside en entender que la gestión debe estar 100% alineada al negocio para atraer a las personas adecuadas en el momento oportuno.
Tal como mencionamos, construir una marca empleadora fuerte favorece a la rentabilidad de los negocios. De acuerdo a un estudio reciente de LinkedIn, las organizaciones que invierten en este tipo de estrategias ahorran un 43% en los costos de contratación del nuevo talento.
¿Por qué sucede esto? Debido a que la Employer Branding permite atraer a los perfiles que necesitan de manera natural, sin necesidad de que tengan que gastar recursos económicos extra en campañas de publicidad y marketing. De esta forma, se vuelven más competitivas.
Ahora bien, para que la estrategia sea efectiva, debe trabajarse desde adentro hacia afuera. Esto implica comprender que son los propios empleados quienes pueden actuar como embajadores de la marca, explicando los beneficios de trabajar en la empresa. Por lo tanto, es imprescindible propiciar un ambiente ameno en el cual se sientan cómodos, escuchados y apoyados.
El impacto de la marca empleadora en el negocio se hace visible en dos vertientes. Por un lado, en la posibilidad de captar personal especializado sin necesidad de invertir en acciones de marketing. A su vez, esto les permite a las empresas contar con los mejores talentos y, en consecuencia, obtener una ventaja competitiva sobre la competencia.
Por el otro, si la Employer Branding no es sólida, los colaboradores buscarán otros rumbos laborales, lo que generará gastos adicionales de reclutamiento y contratación para las empresas que dejan atrás.
En cambio, cuando la marca empleadora responde a los requerimientos, intereses y necesidades del personal, los empleados no aceptarán propuestas de otras compañías porque se sentirán a gusto en aquella en la cual trabajan.
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