¿Por qué trabajamos? “Por el dinero” será, seguramente, la respuesta más simple a esa pregunta. Sin embargo, está comprobado que lo que nos motiva a levantarnos cada mañana y embarcarnos en nuestras tareas laborales es mucho más que eso. O, al menos, debería serlo. Sucede que, además del salario monetario que percibimos, todos los trabajadores buscamos otro tipo de remuneración que no tiene que ver con lo económico: a eso le llamamos “salario emocional”.
Diversos estudios demuestran que, para muchas personas, el salario emocional es todavía más importante que la remuneración económica. De acuerdo con una encuesta realizada por la empresa Cuponstar en la Argentina, 6 de cada 10 personas priorizan los “beneficios emocionales” por sobre el salario económico. Otro estudio llevado adelante por Eventbrite, por su parte, llegó a las mismas conclusiones: el 60% de los encuestados manifestó que los beneficios no económicos son incluso más importantes que el sueldo.
Del lado de los empleadores, la situación va en el mismo sentido. Un relevamiento de la plataforma de análisis Loyalty 360 confirmó que más del 40% de las empresas a nivel global pretendía mejorar el bienestar de su personal en 2022. A su vez, el 100% de los colaboradores cree que los programas de bienestar tienen un impacto positivo en su productividad y desempeño.
Queda claro, entonces, que la respuesta a nuestra pregunta inicial es bastante más amplia y subjetiva que la que nos resultaría más obvia.
Si bien el término nos puede parecer nuevo, la realidad es que las compañías vienen prestando atención a estos incentivos extras para los empleados desde hace un tiempo. Atraer y retener el talento se vuelve cada vez más fundamental y, para lograrlo, es necesario plantear estrategias que contemplen las necesidades de los colaboradores, generando una propuesta de valor que vaya más allá de la remuneración económica.
El salario emocional es el conjunto de incentivos no-económicos que recibe un colaborador por parte de la empresa, que están apuntados a mejorar su bienestar y su calidad de vida, tanto a nivel laboral como personal. Se trata, en definitiva, de ciertos elementos que lo ayudan a crecer personal y profesionalmente.
Todas estas “ganancias no-financieras” pueden modificar por completo la percepción que la persona tiene sobre la empresa y sobre su empleo. Es una dimensión subjetiva que está muy ligada a la satisfacción y al compromiso que siente el empleado hacia la compañía en la que trabaja.
Algunos de los incentivos más frecuentes que ofrecen las empresas a sus empleados están relacionados con mejorar su salud física y emocional, la flexibilidad laboral y los planes de carrera dentro de la empresa. Entre los componentes del salario emocional más valorados por los colaboradores, encontramos:
En el contexto laboral y social que estamos atravesando, cada vez se le da más relevancia al hecho de poder lograr un equilibrio entre la vida personal y la laboral, además de que existe un gran énfasis en el desarrollo profesional por parte de los colaboradores.
Ante este panorama, en donde la competencia por los mejores talentos es cada vez mayor, las empresas no pueden quedarse al margen. De esta manera, la importancia del salario emocional radica en que es fundamental que las organizaciones tengan en cuenta las nuevas demandas de los empleados (actuales y potenciales) para poder desarrollar estrategias acordes que les permitan captar y retener a sus talentos.
Los beneficios que las empresas brindan a sus colaboradores, atendiendo a sus necesidades y requerimientos, también traen grandes ventajas a las compañías:
Gracias al salario emocional, los colaboradores se sienten más motivados a realizar sus tareas, lo que mejora la productividad.
Ser percibida como una empresa que tiene en cuenta las necesidades de los colaboradores es, sin dudas, un punto a favor que mejora la imagen de la compañía tanto interna como externa.
Para un empleado, no hay nada más importante que sentirse valorado y recompensado. Un colaborador satisfecho con su trabajo desarrollará un mayor compromiso hacia la empresa y, al mismo tiempo, una fuerte sensación de pertenencia e identificación.
En el mismo sentido, el salario emocional que perciben los colaboradores aumenta su satisfacción, lo que impacta en la reducción de las renuncias y la disminución de la rotación de personal. Al mismo tiempo, los empleados manifiestan una mayor implicación en sus responsabilidades laborales.
Uno de los incentivos más solicitados por los colaboradores tiene que ver con la formación y el desarrollo. Esto tiene un impacto directo en su compromiso, lo que ciertamente eleva su desempeño.
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