Las personas, en el centro: la reinvención de la cultura empresarial

Vivir para trabajar es un concepto que va quedando cada vez más en el pasado. El freno imprevisto que impuso la pandemia un par de años atrás nos dio tiempo para replantearnos cuáles son nuestras prioridades y para conocer nuevas formas de llevar a cabo nuestras tareas laborales, como es el caso del teletrabajo. Esto sin mencionar a las nuevas generaciones —los millennials y los centennials—, que ni siquiera se plantean la opción de pasar nueve horas en una oficina, de lunes a viernes.

Este cambio de mentalidad tiene un impacto decisivo en los modelos laborales tradicionales, que dejan de ser compatibles con las nuevas demandas de los colaboradores. Llegó el momento de reinventar la cultura empresarial para adaptarla a los nuevos tiempos, signados por la búsqueda de un balance entre la vida laboral y la vida personal, la transformación digital y la automatización.

Algo está claro: la nueva cultura empresarial tendrá que estar totalmente centrada en las personas. Algunas características que la definen son la flexibilidad, la asincronía, la confianza, el sentido de pertenencia y un enfoque integral en el bienestar.

Las prioridades de los candidatos

Estas tendencias fueron registradas en una encuesta realizada por LinkedIn a candidatos de distintos lugares del mundo, que indagó en los aspectos que consideran importantes al momento de definir una búsqueda laboral. Según el relevamiento, la principal propuesta de valor para el empleado es la conciliación entre la vida laboral y familiar, seguida por el salario y los buenos beneficios.

Cuando hablamos de beneficios, sin embargo, no nos referimos a espacios recreativos en las oficinas o bebidas gratis, sino a la posibilidad de poder trabajar cuando y donde sea, para que lo importante sea cumplir con los objetivos del puesto, y no con un horario determinado. Es decir, ya no se aspira a que la oficina sea un segundo hogar, sino que —muy por el contrario— la intención es que el hogar sea una segunda oficina. 

De acuerdo con el estudio de LinkedIn, los candidatos consideran que las opciones de conciliación son más importantes que la cuenta bancaria. El 63% de los profesionales entrevistados prioriza la conciliación entre la vida laboral y familiar al momento de elegir un nuevo empleo, mientras que el 60% le da más importancia a la remuneración y los beneficios y el 40% cree que los aspectos más relevantes son los colegas y la cultura de la compañía.

Al ser consultados sobre cuáles son las áreas más importantes en las que invertir para mejorar la cultura empresarial, el desarrollo profesional apareció como una cuestión fundamental entre los candidatos encuestados: el 59% de ellos lo identificó como el área más importante. Le siguieron la flexibilidad laboral (48%), el bienestar y la salud mental (42%), la formación para gestionar equipos a distancia o híbridos (35%) y la diversidad e inclusión (26%).

La evolución de la cultura empresarial

Para llegar hasta el panorama en el que se encuentra actualmente la cultura empresarial, hemos recorrido un largo camino como sociedad, que fue transformándose a lo largo de las décadas en sintonía con los cambios políticos, económicos y culturales que se fueron dando alrededor del mundo.

En la década del 50, existía un contexto laboral rígido tanto en jerarquías como en los espacios de trabajo. Los empleados se apiñaban en las oficinas, mientras que los altos mandos contaban con oficinas privadas y vistas a estos espacios abiertos, para tener un ojo sobre sus subordinados. Era común que se fumara tabaco dentro de las empresas y la presencia de mujeres era escasa o en puestos de poca importancia. En esa época, el objetivo de la cultura empresarial era aumentar la productividad y minimizar la privacidad.

Hacia los años 70, las cosas fueron cambiando. La aprobación de ciertas leyes impulsó el acceso de las mujeres al mundo del trabajo, quienes pasaron a ocupar puestos que, en otros momentos, estaban reservados a los varones. Con las explosiones sociales y culturales que se dieron en esos años, los códigos de vestimenta se relajaron: era común ver hombres con pelo largo y mujeres en pantalón, algo impensado tiempo atrás.

La cultura empresarial de los años 90, sin embargo, fue perdiendo el brillo. En un contexto donde los despidos y las reducciones de personal eran frecuentes, las relaciones entre empleados y jefes se fueron desgastando. Se dio una pérdida de lealtad hacia las empresas, mientras que la inseguridad era moneda corriente. A su vez, la motivación de los oficinistas, que trabajaban en cubículos claustrofóbicos, fue disminuyendo cada vez más.

Durante los años 2000, la cultura empresarial comenzó a tomar otra forma. Los emprendimientos tecnológicos, como Google y otras empresas de Silicon Valley a la cabeza, revolucionaron el mundo laboral. Los cubículos dejaron paso a grandes espacios abiertos que reflejaban las estructuras horizontales que fomentaban la colaboración. 

Fue entonces cuando surgió por primera vez la necesidad de captar a los mejores candidatos, lo que impactó en un cambio profundo en la cultura empresarial. Beneficios como comida gratis, siestas y masajes tenían la intención de atraer y retener a los talentos, pero el resultado fue que los empleados terminaron trabajando más horas que nunca.

La reinvención de la cultura empresarial

A partir del 2020, la cultura empresarial tuvo un nuevo punto de inflexión. La pandemia empujó a los empleados a reevaluar sus prioridades y, como consecuencia, las empresas comenzaron a cambiar el foco hacia el bienestar y la satisfacción de sus colaboradores. 

La cultura empresarial está ahora centrada en las personas, teniendo en cuenta no solamente el aspecto laboral, sino también el lado humano. De esta manera, las organizaciones están haciendo cambios en sus políticas, que incluyen condiciones de trabajo flexibles, programas de bienestar y una mejora en la diversidad y la inclusión. 

Dentro de esta reinvención de la cultura empresarial, las compañías y los empleados están estableciendo un nuevo vínculo, más dinámico y basado en la confianza y la empatía.


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